Estamos carcomidos por el miedo a fracasar. Son pocos los que arriesgan, sabiendo aún que su situación cambiaría drásticamente luego; para bien o para mal. Ese miedo es ya casi un hábito, por eso lo vemos normal y envidiamos a los valientes que sí arriesgaron.
Yo sentí el miedo, pero no dejé de arriesgarme. Él me hizo hacerlo, con sus palabras, inseguridades, pensamientos; más no actos. "Aún, no", me decía.No es nada cierta aquella frase "no pierdes nada arriesgando, sólo tiempo". Perdemos tanto; podemos terminar horriblemente mal. Arriesga, quiero decir, pero tantea el terreno y anota sus datos.
Lo único asegurado y favorable que pierdes son calorías. Dulces calorías.
Vamos a poner un ejemplo de valoración de mí, para mí. Una hora después, rebusqué y no hay nada. Lo siento.Arriesgando cambias. Sé muy bien que las personas no cambian, me lo demostró el tiempo. Con él empujé esa idea y albergué esperanzas. Dejémonos de niñerías y fantasías ahora; pisé suelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sólo pido buena ortografía :)