No todo lo normal es tan bueno como lo pintan, la mejor arma es saber medirse en lo realista. Carpe diem!

viernes, 11 de enero de 2013

Secretos.

"He aprendido a amar los secretos. Parecen ser lo único capaz de prestarle cierto misterio o fantasía a la vida moderna. Lo más banal resulta delicioso con sólo esconderlo."  -El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde.

Lo más banal, lo más hipócrita y lo más restante de importancia, se llena de un aroma exquisitamente jugoso cuando lo escondemos entre humanos, de otros humanos. Es más, tan irónica esta especie, la nuestra, que luego andan airándose las quejas esas de ¿por qué me lo ocultaste? Falta de confianza, no creo que sea; en realidad, es una muestra de respeto en ciertos casos. Lo depositaron en ti para guardarlo, atesóralo bien; sino puedes, o es muy insípido para ti, deséchalo. En ese instante, cuando ya lo perdiste, pasa de ser poco importante a una pieza de oro. A veces, recalco. 
Cuando escucho la palabra "secretos" se me viene un objeto punzante a la mente, y casi se puede sentir el sabor de lo que derramó en su punta goteante, exquisito, dulce y amargo a la vez. Meloso y espeso; ingrávido y frágil. Me pasa que me acuerdo de Dorian Gray.
Dicen que los secretos sólo abarcan a dos personas, ¡y eso! debería ser de una; ergo, es mejor reprimir tales impulsos en ciertos casos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sólo pido buena ortografía :)